Grata se compró un vestido verde que parece super fresco y le queda re lindo con el pelo rojo. Después dimos vueltas por distintos lugares pero no conseguimos nada de lo que queríamos. De tarde vinieron a casa Ángela y Anabel, tenían que hacer un afiche para llevar al Polonio. Mientras, Grata y yo nos fuimos al puerto a buscar a Gaby, que llegaba en el buque directo a Montevideo desde Buenos Aires, con Violeta, por supuesto. Violeta llegó re canchera y estuvo como en su casa. Parecía super divertida. Y nosotros todos babosos con las gracias de la bebé. Hasta las perras se enamoraron de ella; sobre todo Yaguá: amor loco, a primera vista.
Julio, Grata y yo fuimos al Fortín de Santa Rosa. Invitamos a Sofi y a Ale pero dijeron “paso“. El calor era peor que el sábado. Achicharrante. Nos metimos mil veces en el agua, y nos picaron las aguas vivas. A la vuelta Julio nos paseó por Atlántida y Grata nos tiraba agua y aire con su superventilador. De noche comimos ravioles de masa verde rellenos de espinaca. Ale y el Califa estaban preparando su cena: morrones rellenos de jamón y queso, una colita de cuadril de 1kg y 1/2, mechada, y pan de ajo. Clericó.
fac. Al mediodía estuvimos con Fernando, con Paola. De tarde se nos ocurrió ir a la playa, hacía muuucho calor, casi 38º. Quedamos muertos, asoleados, derretidos. De noche fuimos a cenar a lo de Aguerre, que se está por ir a Alemania con una beca alucinante que le dio el Goethe. Carla preparó unas empanadas y tomamos vinos mendocinos que llevó Grata.
LLegaron Grata y Anabel. Sequedan el fin de semana en Montevideo. Graciela se quedó en casa y Anabel en lo de Ángela. Habían dormido muy mal en el viaje así que llegaron cansadas. Siesta. De nochecita nos juntamos en casa y después fuimos a cenar a una parrillada cerca de lo de Ángela.