Julio, Grata y yo fuimos al Fortín de Santa Rosa. Invitamos a Sofi y a Ale pero dijeron “paso“. El calor era peor que el sábado. Achicharrante. Nos metimos mil veces en el agua, y nos picaron las aguas vivas. A la vuelta Julio nos paseó por Atlántida y Grata nos tiraba agua y aire con su superventilador. De noche comimos ravioles de masa verde rellenos de espinaca. Ale y el Califa estaban preparando su cena: morrones rellenos de jamón y queso, una colita de cuadril de 1kg y 1/2, mechada, y pan de ajo. Clericó.