Probablemente estas nubes (las que publiqué arriba) no le interesen a nadie, y cualquie persona debe haber visto montones de nubes parecidas a lo largo de sus vidas. Pero yo las fotografié porque quiero recordarlas. Esas nubes me provocaron una enorme e increíble sensación de ternura. Aparecieron después de la tormenta. La nube, la grande, la vi apenas salimos de Santa Lucía hacia Montevideo. Julio manejaba y yo me quedé hipnotizada mirando esa nube. Yo era conciente de que aparentemente era una nube común y corriente, que no tenía nada especial; pero no podía dejar de mirarla, observar los detalles, los copitos blancos pequeños y en apariencia suaves de nubes más chicas que se unían para formar la gran nube. Se me llenaron los ojos de lágrimas pero no eran de tristeza: lo que sentía era ternura, emoción, deseo de acariciar las nubes, de envolverme en ellas, de flotar con ellas. Y lo que es mejor, me sentí correspondida. Las nubes me querían. No sé si volveré a sentir algo así.
Etiquetas: diciembre 06
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