Me olvidé de lo que hice. No tengo registros ni en la cámara ni en mi cabeza. Mierda, otro día hecho laguna. Sé que tenía reunión con los narrares, en el Patio Biarritz y que me olvidé de ir. Sé que hizo frío y tuve ganas de acostarme a leer y no lo hice. Sé que Cabral todavía no terminó los arreglos del baño, pero eso sucede desde hace tres semanas o más, y sé que odio la tierra y el polvo y el Pórtland que invade todo y se deposita en todos los rincones, encima de las hojas de las plantas, y entra por las narinas y provoca estornudos y quién sabe qué más, porque Pórtland seco que entra en el cuerpo se humedece y se debe de convertir en piedra ahí dentro. Me acuerdo de una advertencia mitológica “¡corre y no se te ocurra mirar para atrás o te convertirás en piedra!” y ahora me doy cuenta de que le puede haber pasado algo así, pobre, capaz que la mujer había aspirado mucho Pórtland (podía tener un albañil arreglándole el baño) y las Gorgonas la corrían con un balde de agua. (No estoy segura si eran todas o sería solo Medusa, la más conocida. Esteno y Euríale son más bien ignoradas, y eso que Medusa era la única mortal –capaz que por eso se recuerda más- y encima amante nada menos que de Neptuno). La mujer se dio vuelta, de puro curiosa y la empaparon: ya ven, estatua con ella. Petra. Petra. Petra.

Bueno, de cualquier forma no logro acordarme de nada de lo que sucedió el miércoles, probablemente nada, como siempre, pero siempre logro rescatar alguna boludez de este continuo transitar hacia la muerte. Hoy aprendí algo, como siempre: nunca mires para atrás si aspiraste Pórtland. Y menos si ves que te corre una mujer con serpientes en vez de cabello y menos si pensás que esas serpientes tienen los ojos fijos en ti. No parece que fuera algo muy común, pero nunca está de más recordar ese tipo de advertencias. Por las dudas.

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