Fui a correr. Al llegar a la Rambla sentí el aire límpido y claro; los edificios y los autos y las calles y la gente que andaba por ahí me parecía muy nítida, como recortada, como si todo fuera parte de una postal. Paca venía a mi lado, trotando. Llené los pulmones de aire frío, expiré por la boca con lentitud. Me concentré en el ritmo de la respiración, en acoplarlo con el ritmo del trote. No presté mayor atención al ruido de los motores de los autos que a esa hora parecen volar hacia la Ciudad Vieja. Los conductores generalmente van con los rasgos tensos, duros, con aspecto estresado, como si todos llegaran tarde a algún lado. Nunca se detienen a miran el mar. Y valía a pena. El mar estaba calmo, el brillo del agua era nacarado. Cuando corrí alrededor del parque del Club de Golf me invadió un aroma a césped recién cortado.

Etiquetas: agosto 06

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