Julio y yo fuimos a la feria, a caminar un rato. Tristán Narvaja siempre es divertido, sobre todo si tenés algo de plata en el bolsillo. Me compré unos guantes color magenta. Di-vi-nos. Después almorzamos ravioles a la crema con jamón y hongos. Después nos tiramos en el living a mirar películas (algunos, y otros a dormitar) frente a la estufa. Más tarde vino Salvador de visita, quedamos todos encantados: do-do, be-be, chuchi”,-cuchi... Con cada gesto que hacía (igual a todos los bebés, claro), todos nos reíamos embobados: “mirá la carita!”, “mirá la boquita!”, “mirá la manito!”, “y los deditos...”, “se ríe!”, “qué grande!”, “qué amor!”, ‘chiquito…’, ‘ternura…”. Bueno, podría seguir mucho rato escribiendo epítetos en ese tono baboso.