01 de marzo 06, miércoles.
No anoté nada y no hice registros y ni me acuerdo qué hice. Debo de haber pintado, seguro. También fui a correr, supongo. Pero si no hago registros o escribo alguna nota, los días se me escapan, a menos que suceda algo excepcional, y que ese día resulte memorable. Pero la idea acá es recordar lo no memorable, lo común y corriente, las horas y los días que pasan sin pena ni gloria, y que sin embargo son días en los que generalmente nos sentimos felices, o por lo menos tranquilos, satisfechos con nuestra vida y obra.
Así que el miércoles primero de marzo del año dos mil seis de la Era Cristiana, seguramente me levanté a eso de las nueve de la mañana, desayuné jugo de naranja recién exprimido, me dio placer tomarlo, sentir el líquido fresco y dulce bajar por mi garganta, después me tomé un yogurt de vainilla también con placer, saboreando en ese momento la crema suave y aromática, me preparé un café con leche bien cargado y me fui al taller con la taza de café a encender la computadora para bajar correo. En algún momento debo de haber abierto el regador, debo haber dejado que el césped se humedeciera bien, y sin duda le di de comer a las perras, me vestí con ropa de correr y me fui a la Rambla con Paca. Yaguá todavía no puede correr una hora conmigo, así que si voy a correr no la llevo. Me dio placer correr, transpirar, mirar el paisaje, el cielo celeste y el agua azulada. No debo de haber tenido ningún percance. Al volver me bañé y debo haber descansado un rato, y más tarde debo haberme puesto a pintar y seguro que me gustó lo que hice, porque si no me acordaría; si algo me sale mal me molesto y no me olvido. No puedo asegurar la hora en que almorcé ni qué almorcé. Porque mi almuerzo no tiene horario fijo. Pero debe de haber sido entre las dos y media y las cuatro de la tarde. Después de almorzar seguro que me preparé un té y volví al taller a pintar. Creo que Julio ese miércoles llegó tarde, lo intuyo de alguna forma. Julio llega a casa en algún momento entre las seis y las nueve. Bueno, si llegó tarde, habrá llegado a eso de las nueve, y seguro que fuimos a la cocina, me invitó con una copa de vino y él se sirvió otra, y charlamos mientras preparamos algo de comer. No estoy absolutamente segura, pero me parece que el miércoles primero de marzo hicimos pescado condimentado con sal y pimienta, pimentón y romero, envuelto en papel de aluminio y cocinado a fuego lento a la cacerola, y papines hervidos. Mucha manteca y perejil.
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