Almorzamos feijoada, pero recién estuvo pronta a eso de las cuatro y media de la tarde, salimos muy tarde para Montevideo, y claro, llegamos tarde. A eso de las tres Ale hizo unos hongos con ajíes rojos, porque Fede estaba impaciente. En realidad todos estábamos muertos de hambre. Esperamos, pero valió la pena, la feijoada quedó buenísima.